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Por Parágrafo
6 noviembre, 2023
El eterno debate sobre si es mejor ducharse con agua caliente o fría ha estado presente en la sociedad durante décadas. Algunas personas juran que un baño caliente es la clave para la relajación y el confort, mientras que otros eligen el agua fría por su supuesto efecto revitalizante y energizante. Pero, ¿cuál de los dos es realmente mejor para tu salud? Expertos y estudios científicos han arrojado luz sobre este tema, desmitificando algunas creencias populares y revelando los verdaderos beneficios de cada opción.
La creencia de que una ducha con agua fría proporciona más energía y alerta a las personas es ampliamente conocida. Algunos deportistas incluso utilizan baños de agua fría para recuperarse después del ejercicio. La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos llevó a cabo una investigación sobre el tema. Si bien se descubrieron beneficios del agua fría en la salud, no todos los mitos se confirmaron.
Según esta investigación, el agua fría tiene un impacto positivo en la estimulación de la circulación sanguínea. Al exponer la piel al frío, el metabolismo se acelera, lo que puede proteger al cuerpo de la pérdida de calor. Además, se ha demostrado que el agua fría puede tener un efecto terapéutico antiinflamatorio y beneficios en la piel al ayudar a prevenir problemas dermatológicos.
Para Débora Nuevo, especialista en medicina interna, estos efectos en la circulación hacen al agua fría la temperatura ideal para ser usada “en los miembros inferiores”.
Por otro lado, el agua caliente no se queda atrás en cuanto a ventajas. Es ampliamente utilizada para aliviar el estrés, disminuir la tensión en el cuerpo y a calmar los nervios.
La Dra. Nuevo afirmó que “el agua caliente puede ser beneficiosa para aliviar tensiones musculares, especialmente en la espalda, además de relajar mente y cuerpo, pero no se debe abusar de ella”.
Aunque el agua caliente puede ser relajante, no es recomendable para todos. Nuevo indica que las personas con problemas de circulación o enfermedades de la piel deben evitar las temperaturas muy altas, ya que puede agravar sus condiciones. Además, el agua caliente tiende a resecar la piel, lo que puede ser problemático para algunas personas.
De hecho, señala que lo mejor para la mayoría de las personas parece ser el agua templada, por ello enfatizó la importancia de evitar cambios bruscos entre temperaturas y limitar la exposición directa a menos de dos minutos.
En última instancia, la elección entre agua caliente o fría depende de las preferencias personales y de la salud de cada individuo. Lo más importante es no exagerar en ninguna de las dos temperaturas y mantener un equilibrio.
“La temperatura ideal es relativa y depende de cada persona. Lo crucial es disfrutar de una ducha que sea cómoda y placentera”, concluyó.
Para finalizar, te dejamos algunas consideraciones sobre ambas temperaturas:
Agua fría:
Agua caliente: