El complejo drama de los embarazos subrogados en Colombia

Por: Maria José Salcedo

16 enero, 2024

El complejo drama de los embarazos subrogados

El embarazo subrogado es todavía un tema complejo y espinozo que no termina de ser bien visto por la sociedad en general.

La polémica que rodea a la gestación subrogada se ha vuelto más intensa, especialmente después de las críticas del papa Francisco, quien la describió como una práctica “deplorable”. Aunque legal en varios países, la ética detrás de esta forma de maternidad de alquiler sigue generando debates acalorados.

Recientemente, la revista Semana compartió la historia de Carmenza, una mujer de 35 años oriunda de Barquisimeto, Venezuela, quien retrata el drama del embarazo subrogado, al cual accedió en medio de la crisis económica y la desesperación que ha asolado su país natal.

Desde su llegada a Colombia en 2015, la lucha por sostener a su familia la llevó a decisiones extremas, revelando las complejidades del embarazo subrogado y las implicaciones profundas para las mujeres que se prestan a esta práctica.

En la búsqueda por mantener a sus dos hijos en Venezuela, Carmenza, enfermera de profesión, se vio enfrentada a trabajos mal remunerados en Colombia, desde empleada doméstica hasta atender tiendas y panaderías. En medio de la angustia y la imposibilidad de brindar un sustento adecuado a su familia, una amiga venezolana le presentó una alternativa: el mundo de la gestación subrogada.

Lo que comenzó como una opción desesperada para Carmenza se convirtió en una realidad que marcó su vida de una manera inesperada. Aceptó participar en un proceso de gestación subrogada en 2017, gestando cinco bebés en total. El precio, sin embargo, fue alto. Inicialmente recibía alrededor de 3.000 dólares por cada gestación, una cantidad que disminuyó a 2.000 dólares en el segundo embarazo, aprovechándose de su situación de necesidad.

El relato de Carmenza pone de manifiesto las complejidades emocionales y psicológicas que enfrentan las mujeres que se prestan para la gestación subrogada. Entre lágrimas, confiesa que el primer embarazo fue el más difícil, aborreciendo lo que estaba haciendo y cuestionando cómo terminó inmersa en esta realidad. Contrario a la percepción errónea de placer asociada con esta práctica, Carmenza destaca que es una decisión marcada por la necesidad y que deja una huella imborrable en la vida de quienes participan en ella.

El proyecto de ley presentado por el Gobierno colombiano en 2021 para regular la gestación subrogada ha intensificado la discusión sobre los límites éticos de esta práctica en el país.

Si bien el contrato de maternidad subrogada no está regulado en Colombia, las partes al momento de su celebración deben propender que los elementos propios del contrato no vayan en contravía de la Constitución ni de los pronunciamientos de la Corte Constitucional y de la Corte Suprema de Justicia sobre la materia.

Mientras tanto, el negocio ha crecido tanto que existen intermediarios que exigen comisiones elevadas, agregando una capa adicional de complejidad a una realidad ya de por sí difícil.

La historia de Carmenza resalta el drama humano detrás del embarazo subrogado, cuestionando las implicaciones éticas y psicológicas de una práctica que, aunque puede cumplir sueños para algunos, deja cicatrices emocionales profundas en las mujeres que, por necesidad económica, se embarcan en este viaje incierto.