Esta es la razón por la cual la “neumonía atípica” se ha convertido en gran brote en China

Por: Maria José Salcedo

1 diciembre, 2023

El reciente brote de “neumonía atípica” en China ha encendido alarmas sanitarias en todo el país y el mundo, por los antecedentes pandémicos, y la identificación de Mycoplasma pneumoniae como la bacteria responsable ha revelado un nuevo desafío para la ciencia médica.

El estudio: Mycoplasma pneumoniae y resistencias a macrólidos: ¿Conocemos la situación en Europa?, publicada el 27 de marzo de 2023 en la Revista Española de Quimioterapia, ha arrojado luz sobre las razones detrás de la dificultad en combatir esta enfermedad respiratoria, especialmente en niños y adolescentes.

La clave de la resistencia de Mycoplasma pneumoniae radica en su carencia de pared celular, según el estudio. Esta característica la hace insensible a una amplia gama de antibióticos betalactámicos, limitando las opciones de tratamiento antimicrobiano. Aunque los macrólidos se consideran la primera línea de defensa, su uso excesivo ha llevado al desarrollo de resistencias, con tasas alarmantes que oscilan entre el 70 % y el 90 % en el área de Pekín.

La resistencia a los macrólidos también se ha reportado en Estados Unidos y Europa, planteando preocupaciones a nivel global. Ante esta problemática, las tetraciclinas emergen como una alternativa para el tratamiento de adultos con posibles infecciones resistentes a macrólidos.

Es importante destacar que la resistencia es más prevalente en niños que en adultos, prolongando la duración de síntomas como fiebre y tos. Estos fenómenos explican los elevados niveles de hospitalización en China, dificultando el tratamiento y ralentizando la recuperación de las infecciones por neumonía bacteriana.

Aunque algunas infecciones de Mycoplasma pneumoniae pueden resolver por sí solas en un plazo de siete a diez días, en la mayoría de los casos, el tratamiento antibiótico es esencial. Los macrólidos, como azitromicina, roxitromicina o claritromicina, son comúnmente utilizados, especialmente en niños, debido a su acción antiinflamatoria además de antibiótica.

Contagio, síntomas y complicaciones

La neumonía atípica se transmite entre personas por “gotitas respiratorias infectadas en el contacto cercano” y su periodo de incubación es de 2 a 3 semanas y para sus diagnósticos se utilizan tres tipos de pruebas: el cultivo, la serología y los métodos de amplificación de ácidos nucleicos (la PCR es la opción predilecta).

La población más vulnerable incvluye niños y adultos. Los casos en menores de un año son escasos, no así para aquellos entre los 5 y los 15 años de edad.

A la hora de determinar los síntomas es importante el estado inmunitario del huésped, ya que repercute directamente en la gravedad de la infección. En este sentido, el estudio señala que en adultos puede tratarse de una infección asintomática “muy frecuentemente”. Eso sí, cuando se produce el caso contrario y la clínica aparece, es complicado diferenciarla de otras infecciones respiratorias.

Estos son los síntomas más comunes que pueden durar varias semanas y meses: Escalofríos, fiebre, tos, cefaleas, mialgias, artralgias y malestar general.

Los expertos señalan que la mayor parte de los casos de neumonía son “leves y limitados”, aunque en alguna ocasión se han producido “casos fulminantes”. Además, en niños es común la “traqueobronquitis acompañada de una amplia variedad de manifestaciones respiratorias superiores, como faringitis o rinitis”.

Algunas complicaciones que podrían presentarse como consecuencia de la enfermedad, pero no necesariamente relacionada con problemas respiratorios, tienen que ver, según la investigación publicada en la referida revista española, con:

Dermatológicas: síndrome de Stevens- Johnson (agente infeccioso más frecuente asociado a este síndrome), exantema, eritema multiforme, urticaria.
Neurológicas: meningoencefalitis, encefalitis, meningitis, síndrome de Guillain Barré, neuritis óptica.
Hematológicas: anemia hemolítica, anemia autoinmune, trombocitopenia, púrpura de Schonlein-Henoch.
Cardiacas: miocarditis, pericarditis, endocarditis.
Musculoesqueléticas: mialgias, artritis, rabdomiólisis.
Digestiva: gastritis, pancreatitis, hepatitis.
Otra: glomerulonefritis, Enfermedad de Kawasaki.