El auge de los vehículos eléctricos: ¿realmente son sostenibles?

Por: Maria José Salcedo

27 septiembre, 2024

El auge de los vehículos eléctricos: ¿realmente son sostenibles?

En los últimos años, la compra de vehículos eléctricos ha crecido considerablemente en Colombia y el mundo, motivada por la búsqueda de alternativas más sostenibles para la movilidad. De acuerdo con cifras de la Andi y Fenalco, en la primera mitad de 2024 las ventas de estos vehículos en el país aumentaron un 267% respecto al año anterior. Sin embargo, surge la pregunta: ¿son los vehículos eléctricos realmente amigables con el medio ambiente?

Si bien los vehículos eléctricos representan una opción más limpia en comparación con los tradicionales autos de combustión interna, no están exentos de generar un impacto ambiental. La producción de las baterías, esenciales para su funcionamiento, demanda grandes cantidades de energía y el uso de materiales como cobalto, níquel, aluminio, cobre, silicio y germanio, todos ellos asociados a procesos de extracción minera que pueden ser perjudiciales para el entorno.

La extracción intensiva de minerales necesarios para la fabricación de baterías implica la afectación de ecosistemas y recursos naturales. Cultivos, vida silvestre y fuentes de agua suelen verse comprometidos en las zonas donde se desarrollan estas actividades mineras, lo que genera una paradoja: aunque los vehículos eléctricos no emiten gases de efecto invernadero, su cadena de producción tiene un considerable impacto ecológico desde antes de que empiecen a circular.

Otro de los factores a tener en cuenta es la vida útil de las baterías. Las más comunes, como las de plomo ácido, tienen una duración de entre dos y tres años, mientras que las de mejor rendimiento pueden llegar a funcionar entre cinco y siete años, dependiendo de la frecuencia de carga y descarga. Esta limitación técnica puede ser un desafío a largo plazo para garantizar la sostenibilidad de los vehículos eléctricos, pues una vez que las baterías llegan al final de su vida útil, es necesario reciclarlas o desecharlas, lo cual representa un reto adicional para la reducción del impacto ambiental.

El costo de los vehículos eléctricos sigue siendo otro tema clave. Aunque se prevé que su precio continúe disminuyendo a medida que la tecnología avance, todavía representan una inversión considerable para muchos consumidores, lo que dificulta su adopción masiva a corto plazo.

Algunas empresas automotrices están adoptando una solución intermedia: los vehículos híbridos. Un ejemplo destacado es el de Toyota, que ha optado por combinar un motor eléctrico con uno de combustión interna. Según la marca japonesa, esta tecnología permite reducir de manera más eficiente las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y cumplir con los estándares de emisiones, sin depender exclusivamente de la electrificación total. Esto ofrece una opción más accesible y menos contaminante que los vehículos tradicionales, aunque aún queda por ver si será suficiente para reducir de manera significativa el impacto ambiental.

Otra de las soluciones que está ganando terreno es el desarrollo de vehículos de hidrógeno. Estos automóviles no emiten gases contaminantes, sino vapor de agua, lo que los convierte en una alternativa limpia y respetuosa con el medio ambiente. Sin embargo, la producción de hidrógeno requiere grandes cantidades de energía, lo que plantea un dilema similar al de los vehículos eléctricos.

La solución a este problema podría estar en el hidrógeno verde, que se produce mediante electrólisis utilizando energías renovables como la solar o eólica. Aunque es una tecnología desafiante, su implementación masiva podría transformar el panorama del transporte, ofreciendo una opción aún más limpia y sostenible.

El futuro de la movilidad sostenible no dependerá únicamente de los vehículos eléctricos. Para lograr un impacto ambiental menor, será necesario combinar diversas tecnologías y enfoques, como el hidrógeno, la energía solar, y la eficiencia en el uso de recursos. La clave está en entender que no existe una única solución perfecta, sino que se deben desplegar múltiples estrategias que permitan reducir el impacto ambiental sin comprometer las necesidades de movilidad de la población.

En resumen, aunque los vehículos eléctricos representan un avance significativo hacia la sostenibilidad, no son una solución libre de impacto ambiental. La industria automotriz y los gobiernos deberán seguir explorando y desarrollando alternativas que permitan una movilidad verdaderamente sostenible a largo plazo.