Político alemán compara Instagram y TikTok con heroína y propone edad mínima de 16 años
Por: Maria Jose Salcedo
1 octubre, 2025

Jens Spahn, líder del grupo parlamentario de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en Alemania, comparó el efecto de Instagram y TikTok en el cerebro con el de la heroína y exigió establecer una edad mínima de 16 años para acceder a las redes sociales, generando un intenso debate sobre los respaldos científicos de esta propuesta.
La Academia Alemana de Ciencias Leopoldina señaló en un reciente documento de debate que una parte significativa de los jóvenes en Alemania muestra un comportamiento de uso adictivo de las redes sociales, con signos de pérdida de control, descuido de otras actividades y trastornos psíquicos medibles, como ansiedad y depresión.
Estudios realizados en los últimos años revelan procesos similares a la adicción en jóvenes que utilizan constantemente las redes sociales. Con el tiempo, experimentan cada vez menos sensación de satisfacción cuando reciben nuevos “me gusta” o mensajes, lo que genera que el cerebro se vuelva insensible y exija cada vez más estímulos, patrón típico en las adicciones.
Christian Montag, psicólogo y experto en adicciones, antiguo director de Psicología Molecular en la Universidad de Ulm y profesor en Macao, advirtió sobre la necesidad de diferenciar conceptos. “La adicción a las redes sociales aún no es un diagnóstico reconocido médicamente. Aún faltan estudios exhaustivos de imagen que demuestren analogías reales con la adicción a la heroína”, declaró a DW.
Montag señaló que una comparación directa con la heroína crea “pánico moral, en lugar de hacer justicia a la complejidad del problema”. Además, advirtió sobre el peligro de que los criterios diagnósticos del ámbito de las adicciones a sustancias conduzcan a una patologización de las actividades cotidianas, ya que las redes sociales se han convertido en algo habitual.
Quienes utilizan constantemente las redes sociales pueden perder el control, perseguir constantemente nuevos contenidos y descuidar otras actividades cotidianas. Cuando no tienen el móvil, a menudo se sienten inquietos o incluso entran en pánico, experimentando síntomas similares a la abstinencia. Las consecuencias van desde ansiedad y depresión hasta problemas de sueño.
Desde el punto de vista jurídico, una prohibición resulta prácticamente inviable tanto desde la perspectiva política como legal. La Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea limita enormemente las iniciativas nacionales aisladas, ya que prohibir las redes sociales a los jóvenes supondría una restricción de los derechos fundamentales que no se puede controlar técnicamente ni justificar desde el punto de vista pedagógico.
Una prohibición presentaría múltiples desventajas. Los jóvenes perderían la oportunidad de aprender a utilizar los medios digitales de forma responsable, impidiendo que la competencia mediática se desarrolle en la vida diaria.
Los bloqueos técnicos resultan poco eficaces, ya que los jóvenes con cierta habilidad encuentran fácilmente formas de eludir estas restricciones mediante la indicación de una edad falsa o el uso de aplicaciones y trucos especiales.
Otro problema radica en que, si los hábitos normales de uso del móvil por parte de los jóvenes se declaran precipitadamente como adicción, esto también debería aplicarse a los adultos, ya que muchos de ellos pasan una gran cantidad de tiempo diario con el móvil. Por lo tanto, una prohibición ocultaría los problemas en lugar de resolverlos.
Con información de dw
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