Expertos advierten sobre los riesgos de la salud mental al ignorar el trauma en niños y jóvenes

Por: Maria Jose Salcedo

11 septiembre, 2025

Expertos advierten sobre los riesgos de la salud mental al ignorar el trauma en niños y jóvenes

La falta de atención adecuada a la salud mental en la infancia y la adolescencia puede dejar cicatrices emocionales permanentes, favorecer diagnósticos equivocados, normalizar prácticas de maltrato y aumentar el riesgo de enfermedades crónicas. Así lo advirtió Rafa Guerrero, director de Darwin Psicólogos en Madrid, durante su participación en el III Congreso Internacional de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIEEB), organizado por la Universidad del Rosario y Colsubsidio en Bogotá.

Guerrero señaló que los niños y adolescentes crecen, en muchos casos, en entornos donde los traumas se enfrentan en soledad y sin reconocimiento a sus miedos o preocupaciones. Esta invisibilidad del dolor infantil, sumada a la falta de categorías clínicas específicas en manuales como el DSM-5, dificulta el diagnóstico de trastornos como el estrés postraumático en menores de edad.

Según el especialista, esa carencia de reconocimiento lleva a que, en la adultez, las personas arrastren cicatrices invisibles y busquen refugio en adicciones o en entornos digitales para suplir la falta de vínculos afectivos.

Trauma infantil: entre lo simple y lo complejo

El psicólogo explicó que los traumas simples se relacionan con eventos concretos y socialmente reconocidos, mientras que los traumas complejos se producen por la acumulación de experiencias negativas como maltrato, indiferencia emocional o sobreprotección. Este último tipo suele ser invisibilizado y normalizado en las prácticas de crianza, lo que perpetúa modelos de violencia o chantaje como formas aceptables de educación.

De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), seis de cada diez niños menores de cinco años —más de 400 millones en todo el mundo— sufren castigos físicos o violencia psicológica habitual por parte de sus cuidadores. La misma entidad estima que hasta 1.000 millones de menores, entre 2 y 17 años, han experimentado violencia física, sexual o emocional, o negligencia, en el último año.

Impacto global y riesgo de diagnósticos erróneos

Estudios internacionales indican que más del 60 % de los adultos reporta haber vivido algún evento adverso en la infancia y cerca del 25 % de los niños expuestos a trauma desarrolla Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) antes de los 18 años. Guerrero advirtió que la ausencia de un abordaje integral en la niñez aumenta la posibilidad de diagnósticos incorrectos en la adolescencia, como TDAH, Trastorno Negativista Desafiante (TND) o desregulación emocional.

“El trauma no se resuelve en soledad ni solo con un diagnóstico médico. Se necesita crear vínculos seguros que permitan al menor sentirse visto, escuchado y aceptado”, subrayó el psicólogo.

Llamado a una acción social y clínica

Para Guerrero, la soledad es el mayor agravante del trauma, ya que obliga a los niños a recurrir a la disociación como mecanismo de supervivencia. En su intervención, insistió en que la recuperación depende del acompañamiento social y afectivo: “El trauma se cura en sociedad, en la vinculación. Nadie aprende solo a confiar o a tener un vínculo seguro”.

El experto concluyó que es urgente que autoridades, profesionales de la salud y familias reconozcan el trauma infantil como una problemática clínica real. También recalcó la necesidad de reforzar la detección temprana, la atención emocional y la construcción de entornos seguros donde los niños puedan crecer libres de violencia, indiferencia o sobreprotección.