Este 30 de agosto, al mediodía, Javier Acosta, el joven seguidor del equipo de fútbol Millonarios, falleció en el Hospital San Ignacio de Bogotá tras someterse a un procedimiento de eutanasia. Su decisión, anunciada previamente en redes sociales, generó un amplio debate y conmoción en la opinión pública colombiana.

Acosta enfrentó durante más de cinco años una grave infección causada por un hongo, contraída en una piscina de Melgar, que afectó su sangre y huesos. La enfermedad, no detectada a tiempo, lo llevó a tomar la difícil decisión de acogerse al suicidio médicamente asistido (SMA), opción legal en Colombia desde 2022 para personas con enfermedades graves o incurables.

En sus últimos momentos, Acosta realizó un gesto emotivo que capturó la atención de sus seguidores y medios de comunicación. Desde la ventana de su habitación hospitalaria, agitó la camiseta de Millonarios en señal de agradecimiento, un acto que resonó profundamente entre los aficionados reunidos fuera del hospital para despedirlo.

Este caso ha reavivado el debate sobre la eutanasia en Colombia, poniendo de manifiesto las complejidades éticas y emocionales que rodean esta práctica. La historia de Acosta no solo ha tocado a la comunidad deportiva, sino que también ha generado discusiones sobre el derecho a una muerte digna y los desafíos que enfrentan quienes padecen enfermedades crónicas y degenerativas.