Alternativas para enfrentar crisis de abastecimiento de agua en Bogotá
Por: Maria José Salcedo
12 septiembre, 2024
El sistema de abastecimiento de agua en Bogotá, que depende en gran medida del embalse de Chingaza, se encuentra en un momento crítico. A pesar de las proyecciones iniciales de la Alcaldía, que esperaban niveles superiores al 70% para finales de octubre, hoy el embalse está al 47% y en continuo descenso. Esta situación ha obligado a la ciudad a implementar racionamientos de agua y medidas de emergencia desde hace cinco meses, mientras las esperadas lluvias no han llegado. El panorama para 2025 no es alentador, ya que se pronostica un año aún más seco.
Desde abril, la administración del alcalde Carlos Fernando Galán ha recurrido a cortes de agua programados para reducir el consumo. Aunque se han llevado a cabo campañas de ahorro, la respuesta ciudadana ha sido limitada. Durante el periodo de racionamiento, el objetivo era reducir el consumo de agua de 17 m³ por segundo a 15 m³/s, pero solo se logró una reducción a 15.8 m³/s, un dato que, según la administración, representa un avance aunque no el esperado.
A medida que los niveles de Chingaza comenzaron a mejorar gracias a las lluvias de junio, la Alcaldía decidió aflojar los racionamientos, reduciendo la frecuencia de los cortes zonales de cada 9 días a cada 18 días. Sin embargo, con la llegada del agosto más seco en 55 años en el páramo de Chingaza, el embalse volvió a descender, poniendo de nuevo en riesgo el suministro de agua para la ciudad.
Ante la caída constante en los niveles de Chingaza, la administración de Bogotá ha implementado una solución a corto plazo: aumentar el abastecimiento de agua desde el sistema norte, que se nutre del río Bogotá. La planta de tratamiento de Tibitoc, clave en este proceso, amplió su capacidad de tratamiento de 4.5m³/s a 8.5m³/s, permitiendo que este sistema pase de aportar el 26% al 50% del agua que consume la ciudad.
Aunque esta medida ha aliviado temporalmente la presión sobre el embalse de Chingaza, aún no está claro si será suficiente para evitar un racionamiento más severo en el futuro. Además, el aumento en el uso de agua del río Bogotá ha generado algunas molestias entre los usuarios, quienes han reportado que el agua llega turbia a sus hogares. No obstante, el Acueducto ha asegurado que no existe ningún riesgo para la potabilidad del agua.
La crisis actual también ha puesto en evidencia la falta de avances en soluciones a largo plazo para el abastecimiento de agua en Bogotá. El Plan Maestro de Abastecimiento de Agua, contratado en 2013, contemplaba varias obras para reducir la dependencia de Chingaza, pero en la última década se ha avanzado poco. Algunas plantas de tratamiento, como las de Río Blanco y Regadera-Vitelma, siguen sin mejoras significativas, mientras que otras, como la planta de Tibitoc, han progresado bajo la administración de Galán.
La ampliación de la planta de Tibitoc, proyectada para octubre de 2024, ha sido retrasada hasta el primer o segundo trimestre de 2025, lo que complica aún más la situación. Aun así, la gerente del Acueducto de Bogotá, Natasha Avendaño, ha asegurado que la ciudad podría soportar un largo verano en 2025 con el agua proveniente de este sistema, que cubriría hasta el 60% de la demanda.
El manejo de la crisis del agua en Bogotá ha generado tensiones entre el alcalde Carlos Fernando Galán y el Gobierno Nacional. La ministra de Ambiente, Susana Muhammad, criticó la flexibilización de los racionamientos y anunció nuevas medidas para controlar el consumo excesivo de agua. Estas medidas incluyen un ajuste en los topes de consumo que podrían aumentar el costo de las facturas para muchos usuarios, particularmente en los estratos más altos.
La solución de largo plazo, que podría incluir la construcción de un nuevo embalse en Chingaza o la búsqueda de fuentes de agua subterráneas, aún está en debate y enfrenta obstáculos políticos. La falta de un consenso claro entre la administración local y el gobierno nacional ha dificultado la implementación de medidas estructurales que puedan garantizar el suministro de agua en el futuro.
Mientras la ciudad continúa enfrentando una crisis de agua sin precedentes, las autoridades buscan equilibrar las soluciones a corto plazo con la necesidad de medidas más duraderas. Aunque el plan B de abastecimiento desde el río Bogotá ofrece cierta tranquilidad para el próximo año, la incertidumbre sobre las lluvias y la falta de avances en proyectos a largo plazo mantienen a Bogotá en una situación de vulnerabilidad ante la escasez de agua.
La administración de Galán sigue evaluando posibles ajustes en los racionamientos y espera que las lluvias alivien la situación, pero las proyecciones para el futuro sugieren que el problema del agua en Bogotá está lejos de resolverse.