En el marco de la primera gran redada de 2025, denominada Operación Dominó, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) desplegó a más de 3.600 funcionarios en 124 centros penitenciarios, con el objetivo de combatir la extorsión y otros delitos organizados desde las cárceles.

Entre los hallazgos más sorprendentes se encontró un altar de supuesta “brujería” en la cárcel El Buen Pastor, centro de reclusión exclusivo para mujeres. Según el coronel Daniel Gutiérrez, director del Inpec, estas prácticas tenían la aparente intención de dificultar los operativos de control y evitar el ingreso de perros detectores de sustancias ilícitas.

El altar descubierto incluía figuras de duendes, oraciones escritas y sustancias con olores fétidos, acompañadas de nombres de personas. “Estas creencias, al parecer, buscaban impedir las acciones de control por parte de las autoridades”, explicó el coronel Gutiérrez durante una rueda de prensa.

Además, en esta misma cárcel, las autoridades hallaron caletas con teléfonos celulares, accesorios de comunicación y estupefacientes. Este hallazgo resalta la persistente problemática de ingreso de elementos prohibidos en los centros penitenciarios del país.

Resultados de la Operación Dominó

En el operativo nacional, el Inpec decomisó más de 600 teléfonos celulares, 630 armas blancas, 370 litros de licor y diversas sustancias alucinógenas. También se intervinieron aproximadamente 23.000 personas privadas de la libertad.

El coronel Gutiérrez destacó que la Operación Dominó responde a una directriz del presidente de la República y de la ministra de Justicia, con el objetivo de iniciar el año con un mensaje claro contra la corrupción y el crimen organizado. “Esta acción es un mensaje de tranquilidad para la sociedad. Estamos trabajando con contundencia, fuerza y transparencia”, afirmó el oficial.

Este no es el primer esfuerzo por desarticular redes delictivas en El Buen Pastor. A finales de 2024, en otro operativo masivo, las autoridades descubrieron más de 600 agendas con información personal de cientos de personas, utilizadas para extorsionar desde las cárceles. Estos llamados “directorios criminales” evidencian la sofisticación con la que operan estas redes, que cuentan con cómplices externos para recopilar datos de las víctimas.