El Valle de Aburrá enfrenta una escalada alarmante de violencia, manifestada en el macabro hallazgo de más de 100 cuerpos embolsados desde 2021. Esta práctica, que se ha convertido en un modus operandi recurrente entre grupos delincuenciales, desafía a las autoridades y siembra terror en la población.

En lo que va del 2024, se han reportado 26 casos de cadáveres encontrados en bolsas, sábanas, costales y maletas, superando las cifras de años anteriores para el mismo periodo. Medellín lidera esta siniestra estadística con 13 incidentes, seguida por Bello con seis y Girardota con cinco.

El caso más reciente involucra a dos hombres desaparecidos el 20 de septiembre: Johnatan Garivaldo, de 33 años, y Daniel Uribe, de 29. Sus cuerpos fueron hallados días después en el centro de Medellín y en el corregimiento de San Cristóbal, respectivamente. Uribe fue encontrado envuelto en papel chicle y bolsas en el deprimido de Villanueva, mientras que Garivaldo apareció junto a una quebrada en San Cristóbal.

Esta tendencia preocupante muestra un aumento sostenido: en 2021 se registraron 15 casos hasta septiembre, en 2022 fueron 24, y en 2023 la cifra alcanzó los 21. El incremento actual señala una intensificación de esta práctica criminal.

Las autoridades del Área Metropolitana continúan investigando a los grupos delincuenciales responsables de estos actos, que utilizan este método para saldar cuentas entre bandas rivales o para intimidar a la población civil que se resiste a sus actividades ilícitas.

Este fenómeno no solo representa un desafío para la seguridad pública, sino que también genera un profundo impacto psicológico en la comunidad. La aparición de cuerpos en espacios públicos como quebradas, basureros y zonas verdes aumenta la sensación de inseguridad y vulnerabilidad entre los habitantes del Valle de Aburrá.