En una ceremonia cargada de simbolismo, el papa Francisco lideró la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro del Vaticano, tras haber renunciado al tradicional Vía Crucis en el Coliseo para cuidar su salud.

En su homilía, el pontífice instó a alejar la desesperación de los “pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia”, pidiendo superar los “escollos de muerte” como la guerra, el egoísmo y la indiferencia.

El papa afirmó que Jesús es la Pascua que “nos hace pasar de la oscuridad a la luz”, invitando a los “pueblos mártires” a rechazar a los “cantores de la desesperación”.

La vigilia incluyó ritos emblemáticos como la bendición del fuego, el encendido del cirio pascual y el ingreso procesional en oscuridad con velas encendidas.

Francisco también bendijo el agua bautismal y bautizó a 8 adultos de distintas nacionalidades, en la tradición de los catecúmenos de la Iglesia primitiva.

Aunque renunció al Vía Crucis por problemas respiratorios recientes, el papa participó con buena voz en esta prolongada ceremonia de más de 2 horas.

La restauración del emblemático baldaquino de San Pedro por el inminente Jubileo impidió disfrutar de su imponente presencia este año.