El conflicto entre Israel y Líbano ha alcanzado nuevos niveles de intensidad, con declaraciones del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu sobre la eliminación de altos líderes de Hizbulá y el despliegue de más tropas israelíes en territorio libanés.

Netanyahu afirmó haber eliminado a “miles de terroristas”, incluyendo a Hasán Nasrala, líder de Hizbulá durante 30 años, y a su posible sucesor, Hashem Safi al Din. El mandatario israelí advirtió a los libaneses sobre una “larga guerra” si no se liberan de Hizbulá.

En respuesta, el vicesecretario general de Hizbulá, Naim Qassem, declaró que Israel “no logrará sus objetivos” y será “derrotado”. Qassem mencionó que el anuncio del sucesor de Nasrala se hará “en su momento”, dadas las complejas circunstancias de la guerra.

El Ejército israelí ha movilizado la división acorazada 146 en el sur de Líbano, elevando a cuatro el número de divisiones en el área. Se estima que el despliegue total de soldados israelíes en Líbano podría superar los 15.000.

Hizbulá reporta haber atacado más de 4.200 “objetivos enemigos” en Israel y el sur de Líbano. Por su parte, el gobierno libanés informa que los ataques israelíes han causado 2.119 muertes y 10.019 heridos en un año.

La situación humanitaria en Líbano se agrava. La ONU advierte que un millón de personas necesitan asistencia vital. El Programa Mundial de Alimentos proporciona diariamente 150.000 comidas o raciones para familias. ACNUR reporta que 250.000 personas han huido a Siria escapando de los bombardeos.

La Organización Mundial de la Salud alerta sobre el alto riesgo de brotes epidémicos entre los desplazados y la población general debido al limitado acceso a servicios sanitarios esenciales.

En el ámbito internacional, Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, ha instado a proporcionar “menos armas” a Israel para reducir el número de víctimas en Oriente Medio.

Con información de efe