El Papa Francisco fue enterrado este sábado en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, marcando el final de un pontificado de 12 años caracterizado por su defensa de los más vulnerables. La ceremonia íntima, presidida por el cardenal camarlengo Kevin Farrell, tuvo lugar a las 13:30 horas en presencia de familiares del primer pontífice latinoamericano.

Su tumba, fiel a la sencillez que lo caracterizó en vida, está elaborada en mármol procedente de la región italiana de donde era originaria su familia y lleva como única inscripción la palabra “Franciscus”. El público podrá visitarla a partir del domingo.

Para su último recorrido, el féretro transitó las calles de Roma a bordo del papamóvil, pasando por emblemáticos sitios como el Coliseo y los Foros Imperiales durante una soleada jornada primaveral. Aproximadamente 400.000 personas acompañaron esta jornada de despedida desde las calles de la capital italiana, la Plaza de San Pedro y sus alrededores.

Durante la misa funeral, el cardenal decano Giovanni Battista Re destacó los “innumerables esfuerzos” del pontífice en defensa de migrantes y refugiados, resaltando que “fue un papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos” con “especial atención” a “los últimos de la tierra, los marginados”.

El funeral también sirvió como escenario para un encuentro entre el presidente estadounidense Donald Trump y el mandatario ucraniano Volodímir Zelenski, quienes mantuvieron una conversación calificada por el líder europeo como “simbólica” y “buena”, donde abordaron la posibilidad de una tregua “total e incondicional” en el conflicto con Rusia.

El fervor popular por el jesuita argentino llevó a muchos fieles a llegar desde la madrugada para asegurarse un buen lugar en las exequias. Durante los tres días de capilla ardiente previos, unas 250.000 personas ya habían rendido tributo al pontífice.

Decenas de líderes mundiales viajaron a Italia para participar en la despedida, entre ellos el presidente argentino Javier Milei, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y los reyes de España, Felipe VI y Letizia.

Jorge Mario Bergoglio, quien eligió su nombre papal en honor a San Francisco de Asís, el santo de los pobres, falleció el 21 de abril a los 88 años a consecuencia de un ictus, casi un mes después de ser hospitalizado por una neumonía bilateral.

En Argentina, su país natal al que nunca regresó como papa, se organizaron veladas para seguir el funeral a pesar de la diferencia horaria. Frente a la catedral de Buenos Aires, un centenar de jóvenes participaron en una vigilia con canciones y velas hasta el inicio de la ceremonia, a las cinco de la madrugada hora local.

El 266º pontífice transformó la Iglesia con un estilo austero, eligiendo un sobrio apartamento en lugar del Palacio Apostólico e invitando a su mesa a personas sin hogar y presos. Su obituario oficial destaca que “era un pastor sencillo y muy querido en su archidiócesis, que viajaba por todas partes, incluso en metro y autobús”.

Su legado reformista incluye la lucha contra la pederastia en la Iglesia y el impulso de un mayor protagonismo para mujeres y laicos, aunque enfrentó una fuerte oposición conservadora dentro de la institución.

El adiós a Francisco dará paso a la elección de su sucesor. El cónclave deberá convocarse entre 15 y 20 días después de su muerte, aunque los cardenales podrían adelantar la fecha.