Estados Unidos confirmó este miércoles un nuevo ataque militar en aguas del océano Pacífico, en el que fueron abatidos cuatro tripulantes de una embarcación señalada de pertenecer a una organización terrorista vinculada al narcotráfico. El anuncio fue realizado por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, a través de su cuenta en la red social X, quien aseguró que la operación se llevó a cabo bajo las órdenes del presidente Donald Trump.

“Hoy, bajo la dirección del presidente Trump, el Departamento de Guerra ha llevado a cabo un ataque cinético letal contra un buque operado por una organización terrorista designada en el Pacífico oriental”, afirmó Hegseth. Según su informe, los cuatro hombres muertos eran “narcoterroristas” que transportaban drogas a bordo de la embarcación, interceptada “en aguas internacionales”.

El secretario de Defensa destacó que ningún militar estadounidense resultó herido durante el operativo, y defendió la legitimidad del ataque al señalar que el barco “transitaba por una ruta conocida de narcotráfico y transportaba narcóticos”.

“El Hemisferio Occidental ya no es un refugio seguro para los narcoterroristas que traen drogas a nuestras costas para envenenar a los estadounidenses”, añadió Hegseth, quien subrayó que el Pentágono “seguirá persiguiéndolos y eliminándolos dondequiera que operen”.

Este nuevo ataque forma parte de una serie de operaciones iniciadas el 2 de septiembre, cuando Washington lanzó una campaña de bombardeos contra embarcaciones sospechosas de traficar drogas en el mar Caribe y el Pacífico. Desde entonces, se han realizado 14 ataques similares que, según estimaciones oficiales, han dejado más de 60 personas muertas.

La Administración Trump ha descrito esta ofensiva como una “guerra directa contra el narcoterrorismo” y ha justificado las operaciones bajo el argumento de que los cárteles de la droga representan una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. Sin embargo, diversos expertos en derecho internacional han advertido que la reiteración de ataques en aguas internacionales podría generar tensiones diplomáticas y cuestionamientos sobre el uso de la fuerza fuera de un conflicto armado formal.