El flujo migratorio a través del peligroso Tapón del Darién continúa sin tregua, según reveló el Servicio Nacional de Migración de Panamá. En lo que va de 2024, hasta el 28 de junio, un total de 197.389 personas han atravesado esta inhóspita selva fronteriza entre Colombia y Panamá de forma irregular.

La situación es particularmente alarmante en lo que respecta a los menores de edad. De acuerdo con datos de Unicef, aproximadamente 30.000 niños han realizado este arriesgado viaje, y lo más preocupante es que “cerca de 2.000 niños hicieron el recorrido solos o separados de sus familias”, según informó la autoridad migratoria panameña.

José Raúl Mulino, presidente electo de Panamá, ha expresado su intención de tomar medidas drásticas para abordar esta crisis. Durante una visita al campamento temporal de Lajas Blancas, Mulino declaró: “Espero suscribir un convenio con Estados Unidos respetuoso y digno para que entre los dos países comencemos los procesos de repatriación de toda esta gente que está aquí acumulada”.

El mandatario entrante también planea desplegar fuerzas policiales en la frontera para frenar el flujo migratorio. “La actual crisis migratoria es de otra dimensión”, afirmó Mulino, describiendo escenas desgarradoras como “niños pidiendo agua”.

Las nacionalidades predominantes entre los migrantes son venezolanos, colombianos, ecuatorianos y chinos. El comunicado de Migración Panamá detalla: “160.621 personas de América del Sur, 19.781 de Asia, 11.413 de Antillas, 5.527 de África y 47 de otras regiones”.

La situación no solo representa un desafío humanitario, sino también ecológico. Mulino expresó su preocupación por el impacto en el parque natural protegido del Darién y sugirió la posibilidad de presentar una queja ante las Naciones Unidas.

Siobhán Mullally, relatora especial de la ONU, ha advertido sobre los riesgos adicionales que enfrentan los migrantes, incluyendo la trata de personas y la violencia sexual. Su informe destaca la explotación de niños y jóvenes de comunidades afrodescendientes e indígenas por parte de organizaciones criminales.