El próximo cónclave del Vaticano, convocado tras la eventual renuncia o fallecimiento del papa Francisco, estará conformado por un total de 133 cardenales electores. Este grupo será el encargado de elegir al nuevo pontífice en la Capilla Sixtina. Aunque la mayoría fueron designados por el propio Francisco, los electores representan una amplia diversidad geográfica, generacional y teológica, lo que anticipa un proceso marcado por divisiones internas y múltiples corrientes.

Composición del cónclave

De los 133 cardenales electores —aquellos que tienen menos de 80 años al momento del cónclave—, 108 fueron nombrados por el papa Francisco, 21 por Benedicto XVI y 4 por Juan Pablo II. Esta distribución refleja el impacto del actual pontífice en la conformación del colegio cardenalicio, aunque no implica necesariamente una homogeneidad ideológica entre los participantes.

En comparación con el cónclave de 2013, cuando Jorge Bergoglio fue elegido papa, el número de electores ha aumentado significativamente, pasando de 115 a 133. Para ser elegido pontífice, un cardenal necesita alcanzar una mayoría de dos tercios, lo que en este caso equivale a 87 votos, diez más que hace doce años.

Diversidad etaria y geográfica

Los electores presentan un amplio rango de edades. Solo 15 cardenales tienen menos de 60 años, mientras que 45 se ubican entre los 60 y 70 años, y la mayoría (73) tienen entre 71 y 80 años. El cardenal más joven es Mykola Bychok, de 45 años, obispo en Melbourne (Australia), y el más longevo es el español Carlos Osoro Sierra, de 79 años.

En cuanto a la representación por continentes, Europa lidera con 49 cardenales, seguida de América con 37, Asia con 24, África con 19 y Oceanía con 4.

Corrientes internas

El cónclave 2025 también se caracteriza por la coexistencia de diversas corrientes internas que podrían influir en la elección del próximo papa.

Un sector de los cardenales, especialmente aquellos vinculados a la Curia y al cuerpo diplomático vaticano, podría respaldar al cardenal Pietro Parolin, actual secretario de Estado. Es visto como un perfil con experiencia institucional y trayectoria internacional.

Cardenales estadounidenses:
Estados Unidos cuenta con 14 cardenales electores, pero están divididos entre figuras como Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, y Robert Francis Prevost, nombrado por Francisco como responsable de los obispos y de la comisión para Latinoamérica.

Moderados y sinodales:
Algunos cardenales podrían apoyar perfiles ligados al reciente proceso sinodal de la Iglesia, como Mario Grech, secretario general del Sínodo; Jean-Claude Hollerich, relator general del Sínodo sobre la sinodalidad; o Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat y promotor del diálogo interreligioso.

Conservadores:
Aunque divididos, los sectores conservadores también buscarán influir. Entre los nombres mencionados están Robert Sarah (África), Leo Burke (EE. UU.), y el alemán Gerhard Ludwig Müller, quien ha manifestado posturas doctrinales firmes en temas como la bendición a parejas homosexuales y el diálogo interreligioso. Candidatos conservadores viables incluyen a Wilhelm Eijk (Países Bajos) y Peter Erdo (Hungría), este último también aceptado por sectores moderados.

Cercanos a Francisco:
Entre los cardenales más afines a la visión de Francisco se encuentran Luis Antonio Tagle, de Filipinas, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, con experiencia en mediación de conflictos y enfoque pastoral hacia los más vulnerables.

El factor italiano

Italia, con 55 electores, será el país con mayor representación en el cónclave. Sin embargo, la diversidad de posiciones entre los cardenales italianos dificulta una postura unificada. En los medios italianos ha surgido una campaña para que el próximo papa sea italiano, tras tres pontífices extranjeros. Entre los nombres destacados están Matteo Zuppi, Pietro Parolin y Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén.

El cónclave de 2025 se perfila como un evento complejo, marcado por una amplia representación global y un abanico de visiones sobre el futuro de la Iglesia católica. Aunque el papa Francisco nombró a la mayoría de los electores, las corrientes internas y las dinámicas geopolíticas jugarán un papel clave en la elección del próximo pontífice.