La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) advirtieron este viernes que al menos 5,9 millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes adicionales en América Latina caerán en situación de pobreza para 2030 como consecuencia directa del cambio climático.

El hallazgo hace parte del informe *“El impacto del cambio climático sobre la pobreza infantil y juvenil de América Latina”*, en el que se analizan los efectos de los fenómenos climáticos extremos sobre la infancia y la juventud, así como el cumplimiento de los compromisos de mitigación y adaptación frente a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

El estudio resalta que los más jóvenes son quienes soportan las mayores consecuencias del calentamiento global. “No sólo porque sus cuerpos en desarrollo son más vulnerables a fenómenos extremos como ciclones u olas de calor, sino también porque estos eventos interrumpen los medios de vida de su familia y su educación”, señaló Roberto Benes, director regional de Unicef para América Latina y el Caribe.

Benes advirtió además que sin sistemas adecuados de protección social y acceso a recursos básicos, la región corre el riesgo de profundizar las inequidades ya existentes.

El informe también advierte que el panorama podría ser mucho más grave si los gobiernos no cumplen de manera efectiva con sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) en mitigación, adaptación y reducción de pérdidas. En ese escenario, el número de menores en pobreza por efectos climáticos podría alcanzar los 17,9 millones hacia 2030, triplicando la proyección inicial.

De acuerdo con cifras de Unicef, solo el 3,4 % de la financiación climática multilateral en la región está destinada a la niñez, lo que representa un reto adicional para implementar medidas de protección efectivas.

Recomendaciones de Cepal y Unicef

Ante este panorama, ambos organismos multilaterales recomendaron a los gobiernos de la región:

* Fortalecer la resiliencia climática de los servicios sociales y de la infraestructura crítica.
* Aumentar la financiación climática orientada específicamente a la infancia.
* Promover la educación y conciencia ambiental desde la niñez.
* Implementar políticas de protección social adaptativa, capaces de responder a emergencias derivadas de eventos climáticos extremos.