El Gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, anunció que se espera una reducción continua en la inflación, aunque las proyecciones del mercado y del equipo técnico del banco central apuntan a una tasa de inflación de alrededor del 5.5% para finales de año. Esta cifra, aunque en descenso, sigue por encima de la meta del 3%, lo que implicaría que 2024 será el cuarto año consecutivo en el que no se cumple con el objetivo inflacionario establecido.

Leonardo Villar explicó que el choque de demanda en 2021 y 2022 fue significativamente fuerte en Colombia en comparación con otros países. Durante estos dos años, el Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia creció un 10.8% y 7.3% respectivamente, impulsado en gran medida por una alta demanda. Este crecimiento, aunque positivo, generó presiones inflacionarias que se han mantenido en la economía del país.

Además, Villar señaló que el peso colombiano sufrió una depreciación notable durante estos años, acompañada de la pérdida del grado de inversión de los bonos del gobierno debido a grandes déficits fiscales. Esta depreciación ha contribuido a presiones inflacionarias adicionales, las cuales se han manifestado de manera rezagada hasta mediados de 2023. En comparación, otros países de la región no experimentaron depreciaciones monetarias tan pronunciadas como las de Colombia.

Uno de los factores destacados por Villar es el aumento significativo en los precios relativos de los alimentos en Colombia desde 2021. Este aumento solo comenzó a revertirse en la segunda mitad de 2023. Además, el congelamiento de los precios internos de los combustibles en 2021 y 2022 por parte del gobierno generó un enorme costo fiscal, lo que requirió ajustes al alza en los precios de los combustibles a partir del último trimestre de 2022.

A pesar de la expectativa de una reducción en la inflación, las proyecciones indican que la meta del 3% no se alcanzará nuevamente en 2024. Este escenario plantea desafíos para la política económica y monetaria del país.

Villar enfatizó la importancia de continuar monitoreando las variables económicas y ajustando las políticas según sea necesario para mitigar las presiones inflacionarias persistentes. La depreciación del peso y las fluctuaciones en los precios de los alimentos y combustibles seguirán siendo factores clave a observar.