A pocos meses de la primera vuelta presidencial de 2026, la contienda por la presidencia de Colombia avanza con fuerza. La reciente encuesta divulgada por la firma Invamer posiciona a Iván Cepeda y Abelardo de la Espriella como los aspirantes con mayor intención de voto. Entre los candidatos que también aparecen con buen respaldo figura Sergio Fajardo, quien propone una alternativa de centro, alejada de polarizaciones políticas.

Frente a esos resultados, Fajardo se mostró convencido de que su campaña va por buen camino. En una reciente entrevista reiteró que, por ahora, no contempla alianzas con fuerzas de derecha o de izquierda: su meta es competir con un proyecto propio, enfocado en la unidad nacional y en ofrecer una tercera vía distinta a la división tradicional del país.

Consultado sobre posibles coaliciones, Fajardo fue enfático: “Yo nunca estaría con Abelardo de la Espriella”, afirmó, dejando claro que su postura es definitiva y no cambiará durante el proceso electoral. Según el exalcalde de Medellín, no comparte “ninguna de sus posturas” y no considera viable sumarse a su proyecto político.

Respecto a Iván Cepeda, Fajardo insistió en que su eventual respaldo no estará condicionado por afinidades políticas, sino por principios. Señaló que su lucha no es contra quienes piensan diferente, sino contra quienes han recurrido a la violencia. Por eso, descartó apoyar candidaturas asociadas a extremos, reafirmando su compromiso con una campaña basada en respeto, coherencia e independencia.

Un mensaje de centro en un país polarizado

Para Fajardo, las encuestas recientes reflejan una sociedad cansada del conflicto partidista tradicional. Su propuesta de centro, representada como una tercera vía, busca atraer a quienes no se sienten identificados ni con la izquierda ni con la derecha. El candidato apuesta por ofrecer soluciones pragmáticas a problemas estructurales, sin cargar con los resabios ideológicos que han marcado la política colombiana.

Al dejar claro que no formará alianzas con Espriella ni con Cepeda, Fajardo asume un camino solitario, pero con una narrativa clara: el rechazo a la polarización, la defensa de la independencia política y la construcción de un liderazgo centrado en la moderación.