La industria de la aviación enfrenta una de sus mayores emergencias operativas en la última década. Airbus, fabricante europeo de aeronaves comerciales, ordenó la detención inmediata de los vuelos de buena parte de su flota A320 debido a la detección de una falla crítica en el software de control. La medida, vigente desde el viernes 28 de noviembre, ha provocado cancelaciones masivas, cierres de ventas y un colapso logístico en múltiples aerolíneas alrededor del mundo.

En Colombia, el golpe más contundente recae sobre Avianca. Cerca del 70% de sus aeronaves corresponden a la familia A320 —unas 130 en total—, lo que obligó a la compañía a suspender temporalmente la venta de tiquetes para viajes hasta el 8 de diciembre. La aerolínea advirtió que, aunque ya inició los trabajos de actualización del sistema, los próximos 10 días estarán marcados por severas disrupciones operativas.

“Esta orden afecta a más del 70% de la flota de Avianca. Si bien la aerolínea comenzará de inmediato a trabajar en las modificaciones requeridas, inevitablemente se presentarán disrupciones significativas en las operaciones durante los próximos 10 días”, indicó Avianca en un comunicado oficial.

El origen de la alerta técnica está en un incidente registrado en Estados Unidos, donde un A320 experimentó un descenso no controlado debido a un error en el sistema de control ELAC, vulnerable a radiaciones solares extremas. Aunque la aeronave retomó estabilidad y aterrizó sin mayores consecuencias, Airbus concluyó que miles de aviones podrían estar expuestos a fallas similares.

A nivel regional, el impacto ha sido desigual. JetSmart informó que solo una parte reducida de su flota resultó involucrada, mientras que Latam confirmó afectaciones puntuales, entre ellas la ruta Bogotá–San Andrés.

Ante el panorama, la Aeronáutica Civil colombiana dispuso que todas las aeronaves comprendidas en la orden deberán quedar en tierra desde el 29 de noviembre a las 19:00, hasta que finalicen las intervenciones técnicas. El capitán Álvaro Mujica, secretario de Seguridad Aeronáutica Civil, precisó que se trabaja en medidas de mitigación como reprogramación de vuelos, endoso de tiquetes y acuerdos con aerolíneas no afectadas.

La Superintendencia de Transporte declaró la situación como un caso de fuerza mayor, dado que la decisión no provino de fallas operativas locales, sino de una instrucción global del fabricante.

Airbus defendió la orden como una acción preventiva para garantizar la seguridad aérea. La empresa aseguró que coordina con las autoridades internacionales la implementación de actualizaciones urgentes de software y posibles reemplazos de componentes vulnerables.

Mientras tanto, miles de pasajeros afrontan cancelaciones, cambios de itinerario y retrasos que se extenderán hasta que las modificaciones sean completadas. El impacto económico aún no se calcula, pero expertos consultados por distintos medios anticipan pérdidas millonarias y una presión sin precedentes sobre las aerolíneas que dependen del A320, uno de los modelos más utilizados en rutas de corto y mediano alcance.

La crisis pone a prueba la capacidad de respuesta de la industria aérea global y deja en evidencia la dependencia estructural de un único modelo de avión para buena parte de la operación comercial mundial. Si las correcciones avanzan sin contratiempos, la normalidad podría restablecerse en cuestión de días. Si no, el sector enfrentará una parálisis prolongada, inédita en tiempos recientes.