El presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, sostuvo la semana pasada una llamada con su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, en la que se discutió la posibilidad de una reunión en territorio estadounidense, informó este viernes el diario The New York Times, citando fuentes anónimas familiarizadas con el asunto.

La conversación, que habría incluido la participación del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, no dio lugar a planes concretos para el encuentro, subraya el medio.

El contacto telefónico se da en medio de una creciente tensión bilateral, caracterizada por la intensa actividad militar estadounidense en el Caribe, incluyendo el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford y vuelos de bombarderos de largo alcance sobre aguas cercanas a Venezuela.

Pese a este escenario, la noticia de la llamada reintroduce una incógnita diplomática: si bien Washington mantiene su ofensiva contra lo que considera redes de narcotráfico vinculadas al Gobierno venezolano, con amenazas de acciones por tierra, la apertura del canal de comunicación con Caracas sugiere la posibilidad —no confirmada— de retorno al diálogo.

Sin declaraciones oficiales, expectativas cautas

Hasta el momento ni el Gobierno de Estados Unidos ni el de Venezuela han emitido una confirmación pública sobre la llamada. Tampoco han aclarado qué temas específicos fueron abordados ni cuándo podría concretarse la eventual reunión.

La revelación de este contacto genera expectativas mixtas: mientras algunos analistas lo interpretan como un gesto diplomático pragmático —posible reactivación de canales tras meses de hostilidades—, otros lo ven con escepticismo, dada la simultaneidad con operaciones militares agresivas y sanciones hacia Caracas.

Posible giro en la política de EE. UU. hacia Venezuela

De concretarse un encuentro entre Trump y Maduro —el primero entre un mandatario estadounidense y uno venezolano en muchos años— se abriría una nueva fase para las relaciones bilateral. Pero el hecho de que no existan aún acuerdos concretos refleja la compleja realidad de una relación marcada por la confrontación: sanciones, acusaciones de narcotráfico, amenazas de acción militar y ahora, una oferta de diálogo.

Por ahora, la llamada permanece como una señal ambigua. Su significado dependerá de las decisiones que adopten ambos Gobiernos en las próximas semanas, en un contexto regional y de seguridad altamente volátil.