Este domingo 31 de agosto, el municipio de Cajicá vivió una jornada marcada por el dolor y la solidaridad en torno al sepelio de Valeria Afanador, la niña de 10 años reportada como desaparecida el pasado 12 de agosto y cuyo cuerpo fue hallado el viernes 29. La comunidad se unió masivamente para rendirle homenaje y acompañar a su familia en medio de la tragedia.

Desde tempranas horas, vecinos, familiares y allegados participaron en actos simbólicos que antecedieron la ceremonia principal. A las 3:00 de la tarde se celebró una eucaristía en la Iglesia Inmaculada Concepción de Cajicá, donde cientos de personas acudieron con globos de colores en señal de despedida.

Previo al servicio religioso, se realizó una caravana fúnebre que recorrió los municipios de Chía y Cajicá. La carroza fue escoltada por unidades de la Policía Nacional y acompañada por familiares, amigos y habitantes de la región que quisieron expresar su apoyo.

Un pueblo conmovido

Las imágenes difundidas en redes sociales muestran a los asistentes portando globos de colores y rodeando el féretro de la niña. El dolor de la comunidad se hizo evidente en cada gesto y palabra de quienes la conocieron.

“No hay palabras para describir tanto dolor y tanta tristeza. No pensábamos estar hoy aquí con este desenlace, con este dolor en el corazón. Solo podemos traer nuestro cariño y nuestro amor a los papás, a la mamá, con ella trabajamos hace años”, expresó una de las asistentes al sepelio, visiblemente afectada.

La multitudinaria asistencia reflejó la conmoción que generó el caso no solo en Cajicá, sino en municipios vecinos. La muerte de Valeria, ocurrida tras más de dos semanas de búsqueda, dejó una profunda huella en la población, que se volcó a las calles para rendirle el último adiós.

Los homenajes a la pequeña Valeria Afanador se convirtieron en una muestra de unión comunitaria frente al dolor de su familia, quienes estuvieron acompañados en todo momento por vecinos, amigos y autoridades locales.

El caso continúa generando consternación en la región. Aunque la investigación sobre las circunstancias de la muerte de la menor sigue en curso, lo sucedido reavivó el debate sobre la seguridad de los niños y la necesidad de fortalecer los mecanismos de protección en los municipios de Cundinamarca. Valeria Afanador fue despedida entre lágrimas, oraciones y un fuerte clamor de justicia.