En medio del resurgimiento del conflicto armado en Colombia, dos labradores negros se han convertido en una fuente vital de consuelo para soldados heridos en combate. Polo y Rafa, de apenas 18 meses de edad, son parte del equipo de apoyo emocional del Hospital Militar Central de Bogotá, donde acompañan a uniformados que luchan por su recuperación física y mental.

Uno de ellos es Jeferson Mosquera, un joven soldado de 21 años que fue víctima de un ataque con drones atribuido al Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Norte de Santander, cerca de la frontera con Venezuela. La ofensiva dejó tres militares muertos y otros ocho heridos.

Mosquera recibió impactos de bala en una pierna y los glúteos, y ahora permanece postrado en una camilla. Sin embargo, su semblante cambia cuando Rafa se le acerca con su chaleco de “apoyo emocional”, se pone de pie sobre sus patas traseras y le ofrece compañía. “Es maravilloso ver a este canino que nos viene a apoyar emocionalmente acá”, comenta con una sonrisa, mientras acaricia al animal.

Apoyo emocional frente a la guerra

Desde hace algunos años, el Hospital Militar ha incorporado la terapia asistida con animales como parte del proceso de recuperación integral para sus pacientes. Con el regreso de la violencia a varios territorios del país y el incremento de operaciones militares, el número de soldados heridos ha aumentado, y con ello la necesidad de atención especializada en salud mental.

Luis Alberto Salinas, coordinador del grupo de psicología y neuropsicología de la institución, asegura que la presencia de los perros tiene un efecto inmediato en los pacientes: reduce el estrés, la ansiedad y otros síntomas asociados al trauma. Además, estudios realizados en el hospital muestran que la interacción con estos animales contribuye a regular la frecuencia cardíaca y la respiración, generando un impacto positivo en el estado general de los soldados.

“Como llevan tiempo acá hospitalizados, por medio del animalito les podemos cambiar el estado emocional”, explica el soldado Jhon Alexander Beltrán, quien entrena a Polo y Rafa.

El recrudecimiento del conflicto

Tras el acuerdo de paz de 2016 con las FARC, el número de militares internados en el Hospital Militar disminuyó de forma significativa. Sin embargo, el conflicto ha resurgido con fuerza en distintas regiones del país, impulsado por el avance de otros grupos armados ilegales que ocuparon los territorios abandonados por la antigua guerrilla. A pesar de los esfuerzos del gobierno de Gustavo Petro por establecer diálogos con organizaciones como el ELN, la violencia no ha cesado.

Colombia enfrenta actualmente la peor ola de violencia desde el desarme de las FARC. El conflicto armado, que involucra a guerrillas, paramilitares y redes del narcotráfico, ha dejado más de 10 millones de víctimas en seis décadas, según cifras oficiales.

En ese contexto, iniciativas como la terapia con perros cobran relevancia. Más allá del tratamiento médico tradicional, Polo y Rafa se han convertido en aliados silenciosos en la recuperación de quienes cargan en sus cuerpos y mentes las secuelas de la guerra. Su presencia ofrece una tregua emocional en medio del dolor, y una esperanza tangible para quienes aún luchan por sanar.