La Franja de Gaza enfrenta una de las crisis humanitarias más severas de los últimos años. Las imágenes de niños falleciendo por desnutrición severa han ocupado las portadas de los principales medios internacionales, generando una creciente presión sobre la comunidad internacional. Con una población de más de dos millones de personas, Gaza lleva al menos dos años sin capacidad de producción alimentaria sostenible, lo que ha derivado en una emergencia alimentaria crítica.

Aitor Zabalgogeazkoa, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Gaza, describió la situación actual como “desoladora”, y advirtió que la crisis alimentaria está cobrando la vida de niños que ya presentaban enfermedades previas y no han resistido la prolongada escasez.

“La situación es crítica. Hacen falta cientos de camiones diarios para sostener a esta población. Los niños que estaban enfermos ya no pueden aguantar más. Se están muriendo”, afirmó el representante de MSF desde Almawasi.

Ayuda humanitaria bajo fuego

El ingreso de ayuda a Gaza es esporádico, imprevisible y altamente riesgoso. Aunque en los últimos días se ha registrado un leve alivio, con camiones del Programa Mundial de Alimentos (PMA) logrando distribuir suministros sin intervención militar directa, esta relativa calma no garantiza una solución estable.

“Hay días en los que los camiones logran pasar, y otros en los que no. Algunos tardan hasta 48 horas para avanzar 10 kilómetros, y en el camino son asaltados o bloqueados”, explicó Zabalgogeazkoa, señalando que el acceso sigue dependiendo de decisiones diarias y no de un corredor humanitario seguro.

La harina es el principal producto que logra ingresar, pero la logística de distribución pone en peligro a quienes intentan recibirla. Según Zabalgogeazkoa, en los puntos de reparto gestionados por la Fundación Humanitaria de Gaza —apoyada por Estados Unidos e Israel— se han registrado más de 1.000 muertos y 6.500 heridos desde el 27 de mayo.

“No ha habido ni un solo día en que esas distribuciones no hayan terminado con muertos o heridos”, afirmó, resaltando la gravedad del contexto.

Desesperación y violencia por comida y agua

La población, en su desesperación, ha comenzado a interceptar los camiones del PMA antes de que lleguen a los puntos de distribución. El caos se apodera de las calles, donde se producen peleas violentas por un saco de harina o por agua potable.

“La violencia entre familias y personas por un poco de comida o agua es diaria. Asaltan los camiones en cuanto los ven llegar”, relató el coordinador de MSF.

Niños en riesgo de inanición

La magnitud de la malnutrición infantil es difícil de calcular. En el hospital Nasser, uno de los más grandes de Gaza, las unidades de cuidados intensivos están ocupadas mayoritariamente por menores con heridas de guerra, lo que limita la atención de niños afectados por hambre.

Además, los tratamientos para la desnutrición severa no están disponibles dentro de la Franja. Se estima que más de 15.000 personas requieren ser evacuadas para recibir atención médica adecuada, pero la Organización Mundial de la Salud solo logra trasladar entre 30 y 35 pacientes por semana, lo que deja una lista de espera crítica e inabarcable.

“Es muy difícil que los niños enfermos y malnutridos puedan salir de esta situación. Muchos morirán sin recibir tratamiento”, concluyó Zabalgogeazkoa.

La emergencia humanitaria en Gaza continúa escalando, mientras la comunidad internacional debate sobre medidas para garantizar un acceso humanitario sostenido y seguro. La situación sigue deteriorándose, y los más vulnerables —los niños— ya están pagando el precio más alto.