Estados Unidos lanzó ataques aéreos contra tres principales instalaciones nucleares de Irán en una operación denominada ‘Martillo de Medianoche’, según confirmó el presidente Donald Trump y detalló el secretario de Defensa Pete Hegseth durante una comparecencia ante los medios este domingo.

La operación utilizó siete bombarderos furtivos B-2 como elemento central del ataque, según informó el jefe del Estado Mayor Conjunto Dan Caine. Los bombarderos Spirit B-2 realizaron un recorrido de 18 horas desde la base aérea de Whiteman en Misuri hasta territorio iraní, efectuando varias escalas de reabastecimiento antes de ejecutar los bombardeos.

La misión involucró más de 125 aeronaves en total, incluyendo una maniobra de engaño con bombarderos desplegados sobre el Pacífico como señuelo. Cazas de cuarta y quinta generación, aparentemente F-22 según los diagramas presentados por el Pentágono, allanaron el camino para los ataques principales.

Los ataques marcaron el primer uso en combate de las bombas de alta penetración ‘Massive Ordnance Penetrator’ (MOP GBU-57). Estas armas, de aproximadamente 6 metros de longitud y 13,6 toneladas de peso, están diseñadas para ser lanzadas desde una altura de 15 kilómetros y pueden ser redirigidas tras su lanzamiento. El cuerpo de la bomba constituye más del 80% de su peso total, y una vez penetra en el suelo, su detonador activa la ojiva.

Durante los bombardeos se emplearon aproximadamente 14 bombas MOP, con al menos dos impactos directos sobre las montañas que protegen la instalación subterránea de Fordo. Paralelamente, un submarino estadounidense disparó más de 24 misiles Tomahawk contra la instalación nuclear de Isfahan.

Los ataques se dirigieron contra las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahan, consideradas las tres principales facilidades del programa nuclear iraní. El general Caine evaluó que las tres zonas atacadas registraron daños “extremadamente severos”, mientras que Hegseth describió la operación como un “éxito aplastante” que ha “devastado” completamente el programa nuclear iraní.

Trump posteriormente confirmó que las principales instalaciones nucleares de Irán “fueron completamente y totalmente destruidas” tras los ataques con bombarderos B-2.

La operación se desarrolló sin que se detectara el despegue de aviones de combate iraníes ni la activación de sistemas de defensa terrestres, lo que el general Caine atribuyó al éxito del factor sorpresa. Los bombarderos B-2 abandonaron el espacio aéreo iraní veinte minutos después del inicio de los ataques.

Hegseth advirtió a Irán que se abstenga de tomar represalias contra bases estadounidenses o intereses regionales, calificando cualquier medida de respuesta como “muy mala idea”. Sin embargo, extendió la mano diplomática confirmando “contactos privados” con autoridades iraníes “a través de múltiples canales” para brindar oportunidades de negociación.

El secretario de Estado Marco Rubio respaldó este enfoque, instando a negociaciones directas e indicando que Estados Unidos está “preparado para hablar mañana mismo” con la república islámica sobre una vía pacífica para el desarrollo de energía nuclear.

Hegseth enfatizó que la operación constituyó una “operación de precisión” contra la “amenaza que representa el programa nuclear de Irán” y que nunca persiguió un “cambio de régimen” en la república islámica, como se había especulado en círculos diplomáticos.

Con información de europapress