El sumo pontífice celebró este sábado una emotiva misa en el cementerio Laurentino de Roma, donde optó por sustituir la tradicional homilía por un momento de recogimiento silencioso, en una jornada marcada por su especial atención a los niños no nacidos.

La ceremonia comenzó con una visita privada al ‘Jardín de los Ángeles’, un espacio sagrado destinado al descanso de niños y nonatos. El papa Francisco, quien se desplazó en silla de ruedas debido a sus limitaciones de movilidad, dedicó tiempo a recorrer las pequeñas tumbas y ofrecer consuelo a las familias presentes, culminando su recorrido con una ofrenda floral.

Durante la eucaristía, Jorge Bergoglio sorprendió a los fieles al optar por el silencio en lugar de pronunciar la homilía tradicional, generando un momento de profunda reflexión entre los asistentes. Esta decisión reflejó la solemnidad de la ocasión y permitió un espacio de introspección colectiva.

La celebración concluyó con la bendición de las tumbas, momento en el que el Santo Padre expresó: “En nuestra visita al cementerio renovamos nuestra fe en Cristo muerto y resucitado para nuestra salvación”. Sus palabras reafirmaron la esperanza en la resurrección, un pilar fundamental de la fe católica.

Esta visita al cementerio Laurentino evoca su anterior presencia en 2018, aunque las circunstancias físicas del pontífice han cambiado. La tradición del Papa de conmemorar el Día de los Difuntos en diferentes cementerios incluye significativas visitas previas, como al cementerio americano de Nettuno en 2017, lugar emblemático de la Segunda Guerra Mundial, y al dedicado a los caídos de la Commonwealth en 2022, donde aprovechó para recordar que “las guerras son siempre una derrota”.

El gesto del papa Francisco de dedicar especial atención a los no nacidos y su decisión de privilegiar el silencio sobre las palabras refuerza su mensaje constante sobre el valor de la vida y la importancia de la reflexión en un mundo cada vez más ruidoso.