En una sorprendente vuelta de los pronósticos, la coalición Nuevo Frente Popular (NFP) ha obtenido la mayoría relativa en las elecciones legislativas de Francia, con 182 diputados. El macronismo, que había mejorado sus pronósticos en las últimas semanas, se quedó con 168 legisladores, mientras que la formación de extrema derecha Agrupación Nacional (RN) obtuvo 143 escaños.

La participación electoral fue muy alta, con un 67% de los votantes que acudieron a las urnas, lo que se considera una de las más altas en varias décadas. Esta participación masiva parece haber sido clave para frenar la llegada al poder de la ultraderecha, que había triunfado en la primera vuelta del 30 de junio.

Con estos resultados, la Asamblea Nacional queda dividida y sin mayorías claras, lo que plantea un desafío para la gobernabilidad de Francia. El presidente de la República, Emmanuel Macron, debe nombrar un nuevo primer ministro, y los líderes del NFP, como Jean-Luc Mélenchon y Olivier Faure, han reclamado que sea alguien de la coalición de izquierdas.

El líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon, se apresuró a exigir al presidente Macron que nombre un primer ministro de la alianza de izquierdas, y rechazó entrar en negociaciones con la coalición de Macron. Por su parte, el expresidente socialista François Hollande, quien fue elegido diputado en estas elecciones, llamó a la responsabilidad y a la pacificación del país tras la fractura de la campaña.

La líder del RN, Marine Le Pen, calificó los resultados como “una victoria en diferido”, ya que su partido sigue creciendo en influencia y popularidad. Sin embargo, su formación no logró alcanzar la mayoría absoluta que esperaba.

Las manifestaciones para celebrar la victoria de la izquierda terminaron en enfrentamientos con las fuerzas del orden en algunas ciudades del país, lo que provocó intervenciones policiales para desalojarlas con gases lacrimógenos.

Con información de EFE