La situación en la frontera entre Polonia y Bielorrusia se ha vuelto cada vez más tensa en las últimas semanas, con acusaciones de Varsovia hacia Minsk y Moscú de orquestar una afluencia de migrantes africanos para presionar a la Unión Europea.

Según las autoridades polacas, el número de inmigrantes ilegales procedentes de Bielorrusia ha disminuido en un 50% desde el establecimiento de una zona de amortiguación fronteriza hace tres semanas. Sin embargo, la agencia fronteriza de la UE, Frontex, informa que el número de personas que intentan cruzar la frontera oriental del bloque ha aumentado significativamente en la primera mitad de este año.

Varsovia acusa a Bielorrusia y Rusia de llevar a cabo una “guerra híbrida” contra la UE, orquestando la afluencia de migrantes africanos a través de Bielorrusia hacia la UE. El primer ministro bielorruso, Alexander Lukashenko, quiere ejercer presión política sobre la UE en respuesta a las sanciones impuestas por Bruselas al régimen bielorruso.

En respuesta a la situación, Polonia ha destinado alrededor de 350 millones de euros a la construcción de una larga barrera de acero de 186 km de largo y 5 metros de alto para hacer que la frontera con Bielorrusia sea lo más inaccesible posible. Cientos de soldados se han apostado a lo largo de la frontera para bloquear la entrada de migrantes, y se han activado puestos de control, helicópteros, drones y detectores térmicos para monitorear los movimientos en la frontera.

La situación humanitaria en la zona es crítica, con migrantes atrapados en la frontera sin acceso a ayuda básica como mantas, alimentos y agua. Activistas de derechos humanos y periodistas han sido prohibidos de acercarse a la zona, lo que ha generado críticas sobre la falta de transparencia en la gestión de la crisis.

A pesar de la tensión, algunos residentes de aldeas cercanas han mostrado su solidaridad con los migrantes, colocando linternas verdes fuera de sus casas en señal de apoyo.

Con información de euronews