Líderes locales de Bogotá exponen alarmante ola criminal
Por: Maria José Salcedo
23 febrero, 2024
Representantes de las localidades de Kennedy, Antonio Nariño y Engativá expusieron en una reciente entrevista radial la grave situación de inseguridad que atraviesa la capital colombiana. Hablaron de casos preocupantes de extorsión, violencia armada, microtráfico y otros delitos.
Germán Murillo, vocero de seguridad ciudadana en Kennedy, reveló que más de 30 comerciantes del barrio Jazmín han sido víctimas de extorsiones y amenazas contra ellos y sus familias si no acceden a pagar. También reportó ataques armados a residencias con un saldo de dos muertos. La extorsión alcanza niveles críticos, generando zozobra entre los habitantes.
Olson Zárate, de la JAC en el barrio Policarpa de Antonio Nariño, señaló un incremento en violencia armada que relaciona con el desplazamiento de habitantes de calle desde el antiguo Bronx a San Bernardo. Indicó que el uso de armas de fuego ha reemplazado el empleo de cuchillos en atracos, intensificando la peligrosidad de los crímenes.
Destacó la necesidad de una justicia efectiva frente a las bandas narcotraficantes que disputan territorios de manera violenta.
Jessica Acosta, con trayectoria en JAC de Engativá, resaltó la inquietante venta de drogas dentro y fuera de colegios. Aseveró que más seguridad es crucial para proteger a los niños y evitar su vinculación al microtráfico.
Ante estos reportes locales, surge la preocupación generalizada sobre la eficacia de la justicia y urgentes medidas contra la ola criminal. La ciudadanía espera acciones contundentes de las autoridades para retomar la seguridad.
Kennedy, Antonio Nariño y Engativá reflejan la compleja situación que se expande en toda Bogotá: extorsiones, homicidios, microtráfico, violencia armada. Un panorama alarmante ante el cual la administración distrital debe tomar cartas drásticas con celeridad.
La inseguridad impacta la calidad de vida e integridad de los bogotanos, obligando en algunos casos al cierre de negocios y desplazamiento forzado ante las amenazas. También vulnera derechos de los menores expuestos al narcotráfico.
Recuperar el control de la seguridad requiere de estrategias integrales, mayor pie de fuerza, desmantelamiento de bandas, reducción de impunidad, trabajo social en zonas críticas. Se urge concertación ciudadana para un Pacto por la Seguridad.
La línea dura contra el hampa comienza por identificar y capturar sus cabecillas, desfinanciar sus operaciones, reducir espacios para su accionar violento. Erradicar la inseguridad demanda acciones coordinadas de largo plazo que restauren la confianza y tranquilidad perdidas.
Bogotá está a tiempo de frenar esta escalada delincuencial. Pero las autoridades deben asumir el desafío con decisión antes de que la crisis se salga de control. La pelota está del lado de la administración distrital.