La epidemia silenciosa: La depresión adolescente en la era de las redes sociales
Por: Elizabeth Montoya
27 diciembre, 2023
La adolescencia siempre ha sido una etapa difícil, pero en la actualidad los jóvenes enfrentan desafíos nuevos y abrumadores que están afectando seriamente su salud mental. Estudios recientes revelan un aumento alarmante en los niveles de depresión, ansiedad y soledad entre adolescentes, que los expertos vinculan directamente con el auge de las redes sociales y la tecnología.
“Ya no es normal ser adolescente”, advierte la Dra. Jean Twenge, autora del libro “Generaciones”, quien afirma que “la gran depresión adolescente” se ha duplicado desde la expansión de las plataformas digitales. De acuerdo a sus investigaciones, en 2017 sólo el 27% de los estudiantes de secundaria en Estados Unidos se reunía a diario con amigos, mientras que un 50% más reportaba sentirse solo con frecuencia, comparado a 2012.
Esta tendencia también se observa en otros países. En Francia, un estudio reveló que el 24% de los jóvenes entre 15 y 30 años se sienten solos constantemente o a menudo. Según Vivek Murthy, jefe de salud pública de EE.UU., la soledad crónica entre adolescentes es tan dañina como “fumar 15 cigarrillos al día”.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. también lanzaron una alerta reciente. Su informe “Niñas adolescentes de EE.UU. experimentan mayor tristeza y violencia” expone un aumento del 36% al 57% en ideas negativas, desesperanza y falta de expectativas entre 2011 y 2021. Incluso más preocupante, la agresión sexual a niñas adolescentes creció 20% entre 2017 y 2021.
Más de 8 horas al día en las pantallas
“Lo que vemos en la práctica clínica confirma esta realidad”, afirma el Dr. Enrique De Rosa Alabaster, psiquiatra y neurólogo. Los rituales de paso a la adultez han desaparecido, reemplazados por una vida de pantallas y redes sociales que promueven el aislamiento. Algunos adolescentes pasan más de 8 horas al día en estas plataformas.
Esta evasión de la realidad impide desarrollar capacidades para la adultez, conduciendo al desánimo y la depresión. El mayor tiempo ante pantallas también afecta sueño, alimentación y actividad física.
Las consecuencias son graves. Entre 2011 y 2021, las hospitalizaciones por autolesiones y tentativas de suicidio crecieron 160% entre los jóvenes estadounidenses. El suicidio ya es la segunda causa de muerte en este grupo etario.
Una perspectiva desde Latinoamérica
La psiquiatra infantojuvenil chilena, Ana Marina Briceño, advierte sobre el preocupante aumento de trastornos mentales en adolescentes, una problemática que ha llevado a prácticamente colapsar los sistemas de salud mental. Según Briceño, la situación es tan grave que es difícil encontrar una familia sin un adolescente que sufra de trastornos mentales.
En América Latina, cerca de 16 millones de adolescentes, entre 10 y 19 años, viven con algún trastorno mental, lo que representa el 15% de la población en ese rango de edad, según Unicef. El suicidio es una triste consecuencia, cobrando más de 10 vidas adolescentes al día y siendo la tercera causa de muerte en jóvenes de 15 a 19 años en la región.
Briceño destaca que la pandemia de COVID-19 ha agravado la situación, privando a los adolescentes de interacciones sociales cruciales en una etapa de desarrollo clave. No obstante, el aumento de la depresión ya se observaba antes de la pandemia, y se asocia a factores como el impacto de las redes sociales, la comparación constante con otros y un cambio en la crianza, donde se busca evitar la frustración.
Briceño señala la importancia de estar atentos a los cambios de comportamiento, identificar síntomas como irritabilidad (que también es un síntoma de depresión) y buscar ayuda profesional. Propone medidas preventivas como fomentar hábitos saludables desde la infancia, normalizar la solicitud de ayuda y acompañar a los jóvenes en el mundo virtual.
Aumento de las autolesiones y el uso de antidepresivos
La psiquiatra destaca que, aunque es difícil cuantificar el aumento del uso de antidepresivos en jóvenes, la gravedad de las enfermedades ha hecho necesario un mayor apoyo farmacológico. Además, aborda el preocupante fenómeno de las autolesiones entre adolescentes, indicando que ha aumentado de manera exponencial.
En su experiencia personal, Briceño relata cómo enfrentó la depresión de su propia hija y destaca la importancia de ponerse en manos de profesionales y escuchar activamente a los jóvenes. Concluye indicando que, si bien estas enfermedades mejoran con tratamiento, enfrentar la depresión de un ser querido también implica un crecimiento y maduración que puede ser positivo a largo plazo.
En resumen, limitar las redes sociales no es suficiente. Se requiere replantear cómo guiar a estas generaciones, brindándoles proyectos y acompañamiento ante una crisis de salud mental sin precedentes. La adolescencia nunca será fácil, pero no podemos normalizar la depresión. Es urgente abordar sus causas profundas y construir redes humanas, no sólo digitales, para reconectar a nuestros jóvenes con el sentido de la vida.