IA revoluciona industria de muñecas sexuales

Por: Elizabeth Montoya

19 diciembre, 2023

La incorporación de inteligencia artificial generativa (IAG) en el campo del sexo y la tecnología o “sextech” permitirá la creación de robots sexuales cada vez más realistas y con mayor capacidad de interacción. Estos androides con apariencia humana podrían convertirse en compañeros sexuales para quienes se identifican como “digisexuales”, aquellas personas cuya orientación sexual prioriza el uso de tecnología sobre el contacto humano.

Según un estudio de la consultora Pew, “las parejas sexuales mecánicas se convertirían en algo habitual y (…) el casamiento híbrido podría ser aceptado sin escrúpulos”. El cambio cultural hará que la relación con robots, hoy vista como un fetiche o desviación, sea cada vez más común.

La IAG, clave para una mayor conexión emocional

Los actuales robots sexuales tienen movimientos lentos y frases repetitivas programadas. Pero la IAG permitirá conectar con redes sociales y desarrollar una intimidad digital hiperrealista basada en fantasías sexuales. Como afirma Mo Gawdat, ex Google, “la IA marcará un rediseño del amor”.

La firma BYND Cannasoft fabricará sextech con algoritmos que controlen parámetros fisiológicos para maximizar la estimulación del usuario. Los modelos generativos harán la interacción más natural. Podrán incluso tener chatbots seductores antes del acto sexual.

Entre los beneficios, estos robots podrían dar compañía y satisfacer necesidades íntimas de personas mayores o con discapacidades. Pero no reemplazan la conexión humana. “No está probado que se aplaque la necesidad de intimidad”, afirma la doctora Chantal Cox-George.

Claves para una conexión más “humana”

Uno de los retos es superar la “teoría del valle inquietante”: cuanto más humanos parecen, más perturbadores resultan por sus imperfecciones.

La comunicación fluida también es un desafío. El popular robot Harmony tiene una IA comparable al cerebro de un primate. No supera la prueba de Turing que evalúa la capacidad de interactuar como un humano.

Para el biólogo Rob Brooks, “el pánico moral ante la tecnología sexual carece de sustento”. Según él, es el mismo recelo que hubo cuando apareció el porno en los 80.

Un mercado en expansión

Pese a los temores sobre efectos negativos en comportamientos e integridad personal, el sector del sextech ya mueve 30.000 millones de dólares y podría llegar a 52.700 millones en 2026. Los robots sexuales serán cada vez más baratos, realistas y personalizables.

Habrá que sopesar cuidadosamente riesgos y beneficios de esta tecnología que, como apunta el experto Neil McArthur “al integrarse en la vida diaria ve disminuir los temores que inicialmente suscita”.