El obispo Rubén Darío Jaramillo, artífice de la paz en Buenaventura

Por: Elizabeth Montoya

11 diciembre, 2023

 

Rubén Darío Jaramillo, obispo de Buenaventura, ha sido uno de los grandes gestores del primer laboratorio de paz urbana impulsado por el gobierno de Gustavo Petro. El histórico pacto firmado hace un año entre las bandas Shottas y Espartanos logró sacar al puerto de la lista de las ciudades más violentas del mundo, aunque el proceso ha tenido interrupciones.

“No hablaremos de mesa de negociación, porque no es un proceso como el del ELN. Es un diálogo sociojurídico incluyente pensado en la gente”, declaró Jaramillo.

El obispo, en quien los bonaverenses confían ciegamente, lleva 31 años dedicado a resolver conflictos urbanos y alejar a los jóvenes de la delincuencia. Su capacidad para tender puentes le ha valido el apodo de “confidente de Buenaventura”.

Cansados de una guerra entre vecinos que dejaba casi más muertos que en el resto de Colombia, los líderes de Shottas y Espartanos acudieron en 2022 a Jaramillo. Querían detener la espiral de violencia que obligaba a cerrar negocios y encerrase en casa antes de las 4 de la tarde.

El obispo aceptó el reto, pero necesitaba protección legal para dialogar con criminales. Así que pidió ayuda al Gobierno, que lo nombró veedor de paz. La ONU y la OEA también respaldaron su mediación.

Tras meses de esfuerzos, el 7 de diciembre Shottas y Espartanos firmaron una tregua que redujo los homicidios a menos de 20 en todo 2023. El éxito permitió extender el pacto de no agresión hasta febrero de 2024.

“Nos cansamos de la violencia simbólica que nos marcó esta guerra. Buenaventura es alegría, ya está”, afirmó el artífice de la paz.

El fútbol ha contribuido a limar asperezas. Animados por Jaramillo, ambas bandas han construido cuatro canchas en los barrios que hasta hace poco eran escenario de tiroteos.

La fe del pueblo bonaverense ha sido decisiva. “La paz está en creer que es posible soñar con una Buenaventura tranquila”, destacó el obispo.

Gremios, autoridades y sociedad civil han cerrado filas en torno al proceso de paz, aunque persisten retaliaciones. El objetivo es que el puerto recupere su esencia musical y su alegría. Que toda la familia grande pueda reunirse de nuevo en paz.