El intrépido viaje de un tomate en el espacio exterior
Por: Elizabeth Montoya
14 diciembre, 2023

La vida en el espacio, con su ingravidez y desafíos únicos, sigue siendo un misterio para muchos. En esta odisea cósmica, los astronautas se enfrentan a desafíos extraordinarios, desde lidiar con la falta de gravedad hasta resolver cuestiones tan básicas como la alimentación y las necesidades fisiológicas. Hace ocho meses, la Estación Espacial Internacional fue testigo de un incidente que desafía cualquier lógica terrestre: la desaparición y posterior resurgimiento de un modesto tomate.
El protagonista de esta historia espacial es el astronauta Frank Rubio, quien, en medio de sus deberes en la estación, informó sobre la misteriosa pérdida de uno de los tomates de su cultivo a bordo. Este no era un tomate común, sino parte del experimento Veg-05, destinado a explorar la viabilidad de cultivar alimentos en el espacio. El pequeño tomate, apenas de 2,5 centímetros de ancho, se convirtió en el héroe involuntario de una narrativa intergaláctica.
Al principio, la incredulidad rodeó la historia, con muchos compañeros astronautas cuestionando la veracidad del relato de Rubio. Sin embargo, la verdad flotaba en el vacío del espacio, literalmente, cuando el tomate fue finalmente descubierto. Viajaba en solitario, flotando en la inmensidad cósmica dentro de una bolsa ziploc, desafiando las leyes de la física tal como las conocemos.
Jasmin Moghbeli, astronauta de la NASA, compartió con humor la resolución de este enigma espacial: “Nuestro buen amigo Frank Rubio, que se dirigía a casa [ya], ha sido culpado durante bastante tiempo por haberse comido el tomate. Pero podemos exonerarle. Hemos encontrado el tomate”. Este episodio singular no solo reveló el desenlace del misterio del tomate desaparecido, sino que también catapultó a Frank Rubio a un récord inesperado: el astronauta estadounidense que más tiempo ha pasado en el espacio exterior.
La pregunta que surge es: ¿Cómo un tomate, esencial para la dieta de un astronauta, se extravía en el espacio? Según un comunicado de la NASA, estos alimentos deben estar preenvasados para su consumo en el espacio, y es común que objetos se deslicen por rincones inesperados. La Estación Espacial Internacional, con sus 25 años de historia y acumulación de objetos, presenta un desafío adicional para el seguimiento de elementos individuales.
La NASA, en su comunicado, explicó: “Es fácil que las cosas se deslicen por rincones inesperados. El procedimiento de la NASA suele ser comprobar las tomas de ventilación, pero en una estación atestada con 25 años de cosas, es fácil perder la pista de objetos individuales”. La falta de gravedad agrega un componente impredecible a la ecuación, haciendo que incluso las rutinas más meticulosas sean propensas a sorpresas cósmicas.
Una vez de vuelta en la Tierra, Frank Rubio compartió sus experiencias en la búsqueda del esquivo tomate: “Pasé 18 o 20 horas de mi propio tiempo buscándolo. La realidad del problema es que la humedad allí arriba es del 17%”, revelando las dificultades adicionales que enfrentan los astronautas en su día a día en el espacio.
En definitiva, el viaje del tomate en el espacio se convierte en una anécdota única que resalta la complejidad y las sorpresas que la vida en la ingravidez cósmica puede ofrecer. La historia de Rubio y su tomate perdido ahora forma parte de la rica narrativa de la exploración espacial, recordándonos que, incluso en el vacío del espacio, la vida y la cotidianidad siguen siendo intrigantes y llenas de giros inesperados.
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