Desarticulan red de tráfico de armas con presunta participación de militares activos y retirados
Por: Maria José Salcedo
2 diciembre, 2024
La Fiscalía General de la Nación, mediante la Dirección Especializada contra las Organizaciones Criminales, reveló la existencia de un entramado delictivo integrado por militares activos, retirados y pensionados, presuntamente dedicado al tráfico de armas y accesorios para grupos armados ilegales.
En un operativo conjunto realizado por el Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) y el Ejército Nacional, se llevaron a cabo capturas en diferentes localidades: Bogotá, Nilo (Cundinamarca), Florencia (Caquetá), Duitama (Boyacá), Montería (Córdoba) y Riohacha (La Guajira).
Entre los detenidos se encuentran:
– Sargentos activos: Raúl Leonardo Becerra Sánchez, Luis Carlos Buitrago Fierro y Anderson Sánchez.
– Sargentos en retiro: César Leslie Ramírez Pinto, James Valencia Torres y Mauricio Fagua Quiroz.
– Soldados profesionales: Wilson García Betancourt y Breshnet Peña Sierra.
– Soldado pensionado: Luis Ferney Ríos Valderrama.
Los capturados fueron presentados ante un juez de control de garantías, donde la Fiscalía les imputó los delitos de:
– Concierto para delinquir agravado.
– Fabricación, tráfico y porte de armas, municiones de uso restringido, de uso privativo de las Fuerzas Armadas o explosivos.
Durante las audiencias, el sargento James Valencia Torres admitió los cargos, mientras que los demás procesados los rechazaron. El juez dispuso que todos permanezcan bajo detención domiciliaria mientras avanzan las investigaciones.
Las investigaciones indican que los involucrados aprovechaban sus posiciones y funciones dentro del Ejército Nacional para sustraer armas y accesorios de diferentes instalaciones militares:
– Fuerte Militar de Tolemaida (Cundinamarca).
– Fuerte Militar Larandia (Caquetá).
– Batallón de Infantería Aerotransportado No. 20 “General Servíez” (Villavicencio, Meta).
– Almacén de Indumil en la Seccional Caquetá.
Los elementos extraídos eran entregados a contactos externos encargados de ensamblar fusiles y otras armas de fuego, que luego eran vendidas a estructuras criminales. Según las evidencias, los suboficiales y soldados recibían pagos en efectivo, evitando transferencias bancarias para no dejar rastros.